DIOS Y EL SUFRIMIENTO
Uno de los planteamientos que a menudo se hacen muchas personas es acerca del sufrimiento y lo que no hace Dios, es decir, impedir que las personas sufran. Sobre todo, cuando hablamos de inocentes o personas que podrían ser reconocidas como buenas, honestas o justas. Puesto que es un hecho real, a saber, que la gente buena sufre, muchas personas en vista de dicha situación prefieren optar por dejar de creer en Dios, pues cómo puede ser posible que un Dios Justo y Bueno, permita que las personas igualmente justas y buenas sufran. La ausencia de la intervención de Dios en esos momentos es una prueba ─dicen ellos─ que “Dios” no existe.
¿Pero tal aseveración será real? ¿Es cierto que Dios no existe? Y si existe, ¿por qué no interviene impidiendo nuestro sufrimiento? ¿Existirá algún propósito detrás de todo esto que no entendamos? ¿Por qué el sufrimiento?
Respecto a estos planteamientos, vamos a señalar algunas cosas importantes. Primeramente, debemos tener en claro que Dios no desea en ninguna circunstancia el sufrimiento para nosotros. Desde que creó a la humanidad, proveyó todo lo necesario para que podamos vivir bien, en total paz y felicidad. De hecho, cuando Jesús estuvo en la tierra se pudo ver su especial atención en erradicar el sufrimiento de las personas. Sanidades, milagros de todo tipo, expulsión de demonios y demás actos fueron con el simple deseo que aquellas personas pudieran librarse del mal que les aquejaba en esos momentos.
Pero Él, en su Omnisciencia, también sabía que el sufrimiento de una u otra manera estaría presente en nuestras vidas, (Mt. 10:34-39)
“No penséis que he venido para traer paz a la tierra; no he venido para traer paz, sino espada. 35 Porque he venido para poner en disensión al hombre contra su padre, a la hija contra su madre, y a la nuera contra su suegra; 36 y los enemigos del hombre serán los de su casa. 37 El que ama a padre o madre más que a mí, no es digno de mí; el que ama a hijo o hija más que a mí, no es digno de mí; 38 y el que no toma su cruz y sigue en pos de mí, no es digno de mí. 39 El que halla su vida, la perderá; y el que pierde su vida por causa de mí, la hallará.” -(RVR60)
Así que por un lado el Señor no desea el sufrimiento para ninguna persona, pero también sabía que por más que no lo deseara, el sufrimiento estaría presente en nuestras vidas. Ahora, lo segundo que quiero mencionar, es que la presencia inevitable del sufrimiento en nuestras vidas, en su mayoría, se deben a varios factores ajenos a Dios. Por ejemplo, el pecado, cuando está presente en nuestras vidas puede traer como consecuencia sufrimiento.
“No os engañéis; Dios no puede ser burlado: pues todo lo que el hombre sembrare, eso también segará.” –(Ga. 6:7)
El pecado nos lleva a lugares donde Dios no quiere que estemos. Lugares en los que muchas veces encontramos tarde o temprano una consecuencia negativa. Y esto inclusive puede extenderse a otras personas, es decir, mi pecado puede afectar, causar sufrimientos a otros. Si un padre malgasta su dinero en Alcohol, o cualquier otro tipo de drogas, puede que su familia sufra las consecuencias de estas acciones de diferentes maneras. Note que, en estas situaciones, el sufrimiento no es infligido por Dios en ninguna manera, nosotros mismos nos lo buscamos o producimos.
También podríamos señalar que nuestras malas decisiones, que no tienen nada que ver con pecados, pueden producirnos sufrimientos. Invertir todos los ahorros en un negocio mal planificado que no funciona y quedar luego sin nada, desde luego que provocará mucho sufrimiento. Fíjese que no hablamos de pecado en este ejemplo, simplemente fue una mala decisión, o un movimiento en la economía del país que no nos favoreció, de cualquier forma, el resultado de esto fue el sufrimiento.
Igualmente podemos mencionar que el sufrimiento también puede aparecer en nuestras vidas cuando nuestra forma de vivir entra en conflicto con la naturaleza. La contaminación global en todas sus formas lo único que logran a corto, mediano y largo plazo es nuestro sufrimiento. Catástrofes naturales, virus, bacterias, y demás agentes como estos son el resultado del mal uso que el hombre ha hecho de la creación de Dios. Y como dijo el apóstol Pablo, no es posible que, destruyendo, contaminando, dando mal uso a toda la naturaleza, pretendamos no recibir algún efecto negativo.
Y podría seguir mencionando algunas cosas más, pero creo que lo anterior es suficiente para darnos cuenta de que la mayor parte de nuestro sufrimiento, por no decir todo, se debe a nosotros mismos. Pero, ¿Por qué Dios sencillamente no interviene y nos lo impide?
Porque Dios nos ha regalado el derecho a ser libres, “Porque esta es la voluntad de Dios: que haciendo bien, hagáis callar la ignorancia de los hombres insensatos; 16 como libres, pero no como los que tienen la libertad como pretexto para hacer lo malo, sino como siervos de Dios.” (1 P. 2:15, 16). Esa libertad que nos concedió Dios, nos permite equivocarnos, pecar, vivir mal o hacer todo lo contrario, en cualquier caso, el Señor no puede intervenir en el sentido de controlar nuestras acciones, deseos y pensamientos a su Voluntad, pues nuestra libertad sería violentada.
Puesto que Dios es Consecuente y Fiel a lo que nos ha prometido, nos debe dejar vivir en libertad, aunque eso signifique que nos causemos sufrimiento. De otra manera seriamos robots o títeres suyos.
El problema en todo esto es que en algún momento tendremos que darle cuenta a Dios de toda nuestra forma de vivir. Aunque Dios no nos impide que pequemos, eso no significa que esté de acuerdo, por el contrario, cuando estemos frente a Él cada uno será juzgado en base a la clase de vida y tipo de decisiones que haya tomado en esta tierra.
“Porque es necesario que todos nosotros comparezcamos ante el tribunal de Cristo, para que cada uno reciba según lo que haya hecho mientras estaba en el cuerpo, sea bueno o sea malo.” – (2 Cor. 5:10)
Es aquí donde nuevamente debemos remitirnos al amor de Dios por nosotros y su deseo de que no suframos. A pesar de que muchas veces no lo tomamos en cuenta, y nuestras malas decisiones lo único que hacen a veces es alejarnos más de Él, producto de la corrupción o de la decepción ante el sufrimiento. Dios en su Providencia, inmensa Sabiduría y Poder, trabaja tras bambalinas usando ese mismo sufrimiento que nosotros buscamos o generamos, para acércanos a Él.
“Bueno me es haber sido humillado, para que aprenda tus estatutos” -(Salmo119.71)
Incluso el apóstol Pablo pudo ver el amor y la obra de Dios detrás de su sufrimiento (al que se refiere como aguijón)
“Respecto a lo cual tres veces he rogado al Señor, que lo quite de mí. 9 Y me ha dicho: Bástate mi gracia; porque mi poder se perfecciona en la debilidad. Por tanto, de buena gana me gloriaré más bien en mis debilidades, para que repose sobre mí el poder de Cristo. 10 Por lo cual, por amor a Cristo me gozo en las debilidades, en afrentas, en necesidades, en persecuciones, en angustias; porque cuando soy débil, entonces soy fuerte.” –(2 Cor. 12:8- 10)
Por tanto, la cuestión no es ¿Por qué Dios no hace nada para impedir mi sufrimiento? Más bien la pregunta que deberíamos hacernos es, ¿Qué querrá Dios mostrarnos detrás de todo esto? O ¿Qué aspecto de mi vida debería mejorar o cambiar?
Si la humanidad completa viviera y se sometiera voluntariamente a Dios, a sus preceptos, seguramente la clase de vida que tendríamos sería distinta. Por lo menos, muchos de nuestros problemas y sufrimientos desaparecerían.